El 1 de octubre, Israel lanzó una ofensiva terrestre en el sur de Líbano dirigida contra Hezbolá, el grupo islamista proiraní, tras una semana de intensos bombardeos que causaron la muerte de cientos de personas.
Sin embargo, Hezbolá negó que las fuerzas israelíes hayan ingresado en territorio libanés o que se hayan producido enfrentamientos directos con sus combatientes.
Un portavoz del grupo afirmó que las noticias sobre una incursión israelí eran «falsas», una versión respaldada por los cascos azules de la ONU desplegados en la zona, quienes también señalaron que no había indicios de movimientos terrestres israelíes en el sur del Líbano hasta ese momento.
La situación en la región se complicó aún más cuando Irán lanzó una oleada de misiles contra Israel, especialmente en la zona de Tel Aviv, donde la población civil se refugió en búnkeres. La tensión no dejó de aumentar y países vecinos como Irak y Jordania decidieron cerrar su espacio aéreo por motivos de seguridad ante el riesgo de que el conflicto se expandiera. Irak, en particular, suspendió todos los vuelos para «mantener la seguridad de la navegación aérea», y Jordania tomó medidas similares, paralizando el tráfico aéreo en sus aeropuertos.
En Israel, el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv también cerró sus operaciones tras los ataques iraníes. Un portavoz del aeropuerto confirmó la suspensión total de los vuelos, tanto despegues como aterrizajes, mientras se escuchaban explosiones en diversas zonas del país. La Guardia Revolucionaria de Irán reconoció la autoría del ataque, describiéndolo como una represalia por la muerte de varios líderes islamistas, entre ellos Ismail Haniyeh, de Hamás, y Hasan Nasrallá, de Hezbolá.
Por otro lado, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, se comunicó con su homólogo israelí, Yoav Gallant, para expresar el apoyo de Estados Unidos a Israel. El Pentágono reafirmó su compromiso de proteger a su aliado frente a las amenazas de Irán y los grupos terroristas respaldados por Teherán.
Además, la crisis se intensificó cuando una segunda oleada de misiles fue detectada en Jerusalén. Testigos en la zona reportaron explosiones y la intercepción de misiles en el cielo de la ciudad. Mientras tanto, el ejército israelí continuó con su operación en el sur de Líbano, instando a la población civil a evacuar más de 20 localidades cercanas a las posiciones de Hezbolá, advirtiendo que quienes permanecieran en la zona estarían poniendo en riesgo sus vidas.
En este contexto, la ONU expresó su preocupación por las consecuencias de una invasión terrestre israelí a gran escala en el Líbano, advirtiendo que esto podría aumentar el sufrimiento de la población civil. La misión de la ONU en Líbano alertó de que cualquier incursión sería una violación de la soberanía libanesa.
*Con information de SEMANA.












