En un giro inesperado del panorama político colombiano, Miguel Uribe Londoño, exsenador y dirigente cercano al expresidente Álvaro Uribe Vélez, anunció oficialmente su aspiración presidencial en representación del Centro Democrático. La decisión llega apenas semanas después del asesinato de su hijo, el precandidato Miguel Uribe Turbay, hecho que marcó un punto de quiebre en la contienda electoral y en la vida política nacional.
Un anuncio cargado de simbolismo
El pronunciamiento se realizó frente al Congreso de la República en Bogotá, donde Uribe Londoño, visiblemente conmovido, aseguró que su candidatura busca “retomar el legado y la lucha por un país seguro y en paz”, propósito que —según sus palabras— animaba a su hijo antes de su muerte.
La aspiración del exsenador añade un nuevo matiz a la carrera presidencial de 2026, en un momento en el que el país vive una crisis de confianza institucional y un repunte de la violencia política.
La sombra de la violencia
El asesinato de Miguel Uribe Turbay, ocurrido en junio durante un atentado en plena campaña, se convirtió en un recordatorio de la fragilidad democrática que atraviesa Colombia. El crimen revivió los fantasmas de décadas pasadas, cuando la violencia truncaba liderazgos emergentes.
Según analistas como Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis, “la candidatura de Uribe Londoño no solo responde a un duelo personal, sino que representa una estrategia del Centro Democrático para rearticularse en torno a la bandera de la seguridad”.
Repercusiones políticas
Dentro del partido: Uribe Londoño competirá con otros cuatro precandidatos del Centro Democrático en una encuesta interna que definirá al aspirante oficial.
En la oposición: Su irrupción ya genera reacciones encontradas. Mientras sectores de derecha lo aplauden como un símbolo de resistencia frente a la violencia, voces críticas lo señalan como una estrategia de supervivencia política de su colectividad.
En el Gobierno: La Presidencia, debilitada por renuncias y tensiones internas en el Pacto Histórico, enfrenta un adversario que podría capitalizar el descontento ciudadano en temas de seguridad, corrupción y manejo económico.
De cara al 2026
El próximo año electoral se perfila como uno de los más complejos de las últimas décadas. Con la fragmentación del oficialismo, la violencia de grupos armados en aumento y la polarización política en su punto más alto, la candidatura de Uribe Londoño podría convertirse en un catalizador para la oposición.
Su discurso de unidad nacional, seguridad ciudadana y fortalecimiento institucional busca atraer tanto a votantes desencantados con el actual gobierno como a sectores moderados que anhelan estabilidad.
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